La destrucción de nuestro patrimonio

Después de Italia, España es el país que más patrimonio histórico-artístico atesora de toda Europa. Anualmente se destruyen en nuestro país un gran número de edificios históricos y se expolian innumerables bienes artísticos. Y, lo más sorprendente, ¡aún nos queda patrimonio!
Dentro de nuestra reciente historia contemporánea siempre se citan los desmanes de la Guerra Civil para justificar la destrucción de nuestro patrimonio, si bien lo cierto es que ya muchos de los bienes se habían perdido durante la Invasión Napoleónica y las diferentes desamortizaciones eclesiásticas o intentos modernizadores del siglo XIX. A pesar de todas estas pérdidas, es en las últimas décadas cuando asistimos a un proceso destructivo de carácter más silencioso y discreto pero, no por ello, menos traumático.


Gran parte de esa destrucción, injustificable a todas luces, se ha llevado a cabo por la voraz especulación urbanística que -en parte- es una de las causas de nuestra actual situación de crisis económica. Así, muchos de los edificios religiosos clausurados durante el siglo XIX y que nos habían llegado en mejor o peor situación, con formas y funciones distintas (conventos de San Andrés, de la Victoria, de San Juan de Dios…) fueron demolidos impunemente y sustituidos por gigantescos bloques de pisos, distorsionando para siempre tradicionales rincones de nuestra ciudad.  La mayoría de estas destrucciones apenas sí fueron denunciadas, aceptándose como signo de modernidad; quizás la única denuncia que se hizo -y debido a la polémica actuación que supuso- fue la destrucción de la Ermita de Madre de Dios, llevada a cabo por parte del conocido como ‘cura dinamitero’.     
El urbanismo de nuestras ciudades es un ente vivo: se crean nuevos espacios públicos y vías urbanas, los edificios se reforman y modifican, nuevos edificios llegan para sustituir a otros viejos, etc. Por supuesto, no todos los edificios merecen ser denominados  ‘obras maestras’ y ser conservados, pero muchos sí merecen un respeto por ser representativos de un determinado tiempo histórico o de una corriente estilística que nunca más volverá. Ese es el caso de la Cárcel Modelo del Partido, uno de los escasos edificios neomudéjares que atesoraba Úbeda y que, irremediablemente, va a ser demolida ante nuestros ojos. Al menos esta vez no ha sido sin que los ubetenses intenten evitarlo, cosa que es digna de alabanza.
Construidos en las primeras décadas del siglo XX, son pocos los ejemplos de esta tendencia que existen en Úbeda, pudiéndose citar los llamados Grupos Escolares Nacionales (del Alcázar, de la Explanada y del Cristo del Gallo -éste último tristemente desaparecido)-, el Cuartel de Recría y Doma (Academia  de la Guardia Civil), o la casa neomudéjar localizada en el nº 1 de la calle Rastro (que en la actualidad alberga una farmacia y un banco en su nivel inferior). Curiosamente, al lado de este edificio y junto a las Carnicerías y la Torre del Reloj se levantaba otra inmensa construcción neomudéjar de esquina curva que hoy en día no existe, conservándose su recuerdo  gracias a algunas viejas postales.   
Quizás sea el ámbito de la arquitectura doméstica en donde más pérdidas tengamos (especialmente con construcciones cuya cronología oscila entre finales del siglo XIX y principios del XX, menos conocidas y aprecidas que las construcciones del Renacimiento y del Barroco). Casonas y palacetes históricos son hundidos bajo la piqueta y sustituidos por nuevos bloques de pisos, frecuentemente anodinos y escasos de gusto estético. Así sucedió con las conocidas Casa de la Teda y la Casa de los Saro. La primera de ellas, construcción renacentista situada en la calle Compañía, fue vendida y trasladada por piezas a Sevilla, pudiéndose encontrar actualmente en la calle Lope de Rueda 24 junto a los jardines del Alcázar.  En cuanto a la segunda de ellas, se trataba de un gran edificio historicista de finales del siglo XIX -similar al que hoy en día podemos encontrar al comienzo de la calle Real, donde está la sede de la radio-, que igualmente fue vendida y sustituida por un bloque de pisos; en la actualidad se desconoce su paradero, ya que tradicionalmente se pensaba que estaba en California, si bien los últimos rumores apuntan a que se encuentra en Venezuela.


En otros casos, nuestros edificios no han desaparecido completamente pero sí han sido brutalmente masacrados. Algunos incluso en la restauración que debía suponer su recuperación. Ejemplos muy conocidos serían los de la Iglesia de Santa María de los Reales Alcázares y el Emparedamiento de Sancho Iñiguez o Cárcel del Obispo. De todos es conocida la brutal transformación que tuvo la Iglesia de Santa María tras 28 años de restauración, en la cual se cambió el interior barroco de la iglesia por un reinventado estilo mudéjar, con escasa sensibilidad estética a la hora de elegir los acabados de su fábrica. Por su parte, la Cárcel del Obispo (actuales Juzgados) sufrió la desaparición de su patio interior en la década de los ’70, para después mutilar su exterior con un ‘palomar’ de piedra como cierre lateral, y cierres de madera de diseño vanguardístico que sustituyeron sus históricas ventanas de forja.
En otros casos, y amparándose en la manida situación de la crisis económica, el proyecto de recuperación ha dado al traste con otros edificios, como sucedió con los Cuarteles de Santo Domingo y de Santa Clara -en su origen conocido como Palacio de los Condes de Gabia-. En ambos casos, se proyectó su intervención para acoger viviendas de protección oficial, respetando alguno de los elementos más interesantes como serían sus fachadas y su patio interior; sin embargo, tras varios años asistimos a la demolición y pérdida del interior de dichos edificios, hoy reducidos a una simple cáscara exterior, sin saber nada de su futuro y recuperación.


Son sólo algunos de los casos más conocidos en nuestra ciudad, pero son muchísimos los ejemplos de edificios desaparecidos en nuestra ciudad (un listado excesivo, por desgracia).
Aunque algunos no quieran verlo, el patrimonio genera riqueza. Ya Muñoz Molina en su entrevista realizada en la Iglesia de San Lorenzo apuntaba que anualmente se creaban 8 millones de puestos de trabajo a nivel europeo sólo en actividades vinculadas con el patrimonio.  

Murallas, iglesias, conventos, ermitas, teatros, casonas, edificios industriales… nuestro patrimonio se va deteriorando y perdiendo día a día, y es labor de todos procurar su conservación y salvaguarda para las generaciones futuras. Ese es nuestro compromiso. ¡No al derribo de la Cárcel!


Mujeres artistas

En el mundo del Arte la mujer ha sido uno de los temas principales de representación, pudiéndose rastrear su presencia desde las Venus paleolíticas hasta las iconografías más actuales de los artistas contemporáneos. Su presencia ha sido variable, y en determinadas épocas ha tenido diversos valores: así, las primeras representaciones se mostraban como símbolos de la fecundidad, para posteriormente representar a divinidades y sacerdotisas, santas y mártires de la tradición cristiana, figuras alegóricas, retratos del poder, desnudos eróticos, femme fatale, etc.
Sin embargo, frente a esta presencia tan apabullante de la mujer en el arte, ¿Cuántas mujeres artistas conocemos? ¿Es el arte un mundo exclusivo de hombres? Por supuesto, la respuesta es negativa. Si bien es cierto que tradicionalmente las mujeres han gozado de un menor reconocimiento por parte de la historiografía tradicional, no es menos cierto que las mujeres han ejercido un importante papel en la Historia del Arte, ya sea como mecenas de las artes o como artistas.

Como promotora de construcciones y mecenas de las artes, en gran medida las mujeres han quedado a la sombra de sus esposos, padres o hermanos (aunque no por ello no dejaron de mostrar su control, especialmente sobre sus maridos). No obstante, existen numerosos casos de mujeres que lograron imponerse y demostrar sus capacidades de liderazgo y mecenazgo. Quizás uno de los ejemplos más antiguos sería Artemisia de Caria, quien ordenó erigir el monumental Mausoleo de Halicarnaso en recuerdo de su difunto marido, o Cleopatra VII quien puso en jaque a los grandes líderes de Roma y ordenó la construcción de numerosos templos egipcios; otros referentes serían las reinas Leonor de Aquitania, Isabel de Castilla o Catalina la Grande, por citar algunos de los casos más conocidos. Igualmente, junto a estos casos de alta alcurnia, existen numerosos casos de protectoras de las artes en mujeres vinculadas al mundo religioso o incluso viudas (pues, en ambos casos, lograban su libertad al no depender de varón y poder emplear sus recursos económicos a su disposición).

Entre las mujeres artistas ocurre algo parecido. El número de artistas hombres reconocidos es, como mucho, muy superior al de las mujeres. Ello se debe a que tradicionalmente el arte ha sido considerado como un trabajo manual, vinculado a los gremios artesanales y, por tanto, limitado a los hombres. Las mujeres no podían realizar dicha actividad y si alguna de ellas lo hacía era debido a su parentesco con otros artistas, ejerciendo su labor generalmente a escondidas (muchos de los conventos de clausura de nuestro país contienen un gran número de pinturas realizadas por las propias religiosas).
No obstante, la Historia del Arte está plagada de mujeres que lograron liberarse del yugo masculino y ejercer su labor más o menos “abiertamente”; así podríamos citar el caso de Sofonisba Anguissola (la primera mujer pintora con éxito del Renacimiento y que fue maestra de pintura de las hijas de Felipe II), Artemisia Gentileschi (hija del pintor barroco Orazio Gentileschi, máxima difusora del caravaggismo), la escultura Luisa Roldán “La Roldana” (hija del sevillano Pedro Roldán y quien realizó numerosas obras que fueron firmadas por su marido -un artista mediocre-, y que llegaría a ser escultora de cámara del rey Carlos II de España) o Berthe Morisot (pintora impresionista y cuñada de Édouard Manet). 


Esta situación cambia a partir del siglo XX (y muy especialmente a partir de los movimientos feministas de los años 60), lo que que daría como consecuencia la plena incorporación de la mujer al Arte. Entre otras mujeres, se podría citar a Tamara de Lempicka, Frida Kahlo, Lousie Bourgeois, María Blanchard, Maruja Mallo, Georgia O’Keeffe, y un largo etcétera.
En el caso de la provincia de Jaén, el número de mujeres es igualmente extenso, pudiéndose citar a Teresa Almagro, Carmen Bermúdez Melero, Ángeles Millán, Dolores Montijano, Inca Quesada Bayona, Valle Galera, Laura Calatrava, Natividad Jiménez, María García “Magar”, Teresa Ortega… Igualmente, la ciudad de Úbeda es un importante foco de creatividad, pudiendo rastrear la labor de mujeres como Ana Cano Campos, Celia Ferreiro, Ángeles Agrela, Noni Trillo, Cristina Lucas, Nuria Castro, Esther Moreno, Carmen de la Cruz, Hanna Quevedo…

Entre los ejemplos más veteranos podríamos citar a Ana Cano Campos (1931), mujer de gran inquietud artística, desarrollando diversas labores en el campo de la literatura, interpretación dramática, del diseño de moda y de la pintura. En este último caso, empieza a desarrollar su actividad en la década de los ’80, iniciándose de forma aficionada y posteriormente realizando numerosas exposiciones de pinturas al óleo. Igualmente, es ilustradora de varios libros de prosa y versos. 

Si bien no desarrolla su actividad en Úbeda, podríamos mencionar a Celia Ferreiro (1931). Trasladada a Lugo siendo niña, pasa posteriormente a Madrid en donde recibe su formación (ampliando sus estudios artísticos posteriormente en París y Londres). Ha expuesto en numerosas ocasiones, pudiendo localizar su obra en el Centro de Arte “Reina Sofía” de Madrid, así como en el Museo Municipal de Santa Cruz de Tenerife.

Por su reconocimiento nacional e internacional destaca la figura de Ángeles Agrela (1966). Formada en la Universidad de Granada (donde reside en la actualidad), complementaría sus estudios en Nápoles, La Habana y Berlín. Se trata de una artista polivalente que se dedica a la pintura, fotografía, vídeo, dibujo... trabajando mediante series dentro de una temática concreta, dedicando capítulos a una línea argumental, dentro de un estilo expresionista.


Residente en nuestra ciudad, Noni Trillo se inicia en la pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Úbeda, siendo socia fundadora y presidenta de la Asociación de Artistas Plásticos “Atenea XXI”. Ha creado un taller en Úbeda donde imparte clases de pintura a artistas jóvenes. Fundamentalmente su obra se compone de óleos sobre lienzo en los que representan paisajes de distinto tipo, con una pincelada muy pastosa y colores saturados.

Ya hicimos mención recientemente a la obra de Cristina Lucas (1973), si bien existen numerosas artistas jóvenes en nuestra ciudad a la que podemos referir. Así, hablar de Mª Esther Moreno Martínez (1974), licenciada y doctora en Bellas Artes por la Universidad de Granada, que complementa su formación con diversos másters sobre diseño y pintura. En la actualidad trabaja en el estudio de interiores de la Empresa “Muebles Trinidad” de Úbeda, destacando especialmente por el diseño de lámparas y objetos lumínicos realizadas en resina; dentro de su trabajo como diseñadora, es frecuente la participación de la autora realizando labores de pintura mural dentro de la decoración de sus interiores. De forma ocasional ha realizado diversas piezas escultóricas, empleando nuevos materiales como el alambre de hierro y la resina de poliéster (precisamente el estudio de este último material fue desarrollado en su tesis doctoral).


Otro ejemplo sería Nuria Castro Martos (1974), artista especializada en diferentes disciplinas, mezclando el grabado y la pintura con las nuevas tecnologías, la música y el videoarte, practicando así mismo el diseño de moda. Como ella misma declara, «pienso que no importa el soporte que se utilice como vehículo de la inspiración, lo importante es que ésta fluya libremente a través del espíritu y sea éste el que se manifieste como parte del "Gran Espíritu del Universo"».

Aunque malagueña de nacimiento, Isabel Cabello (1976) es ubetense de adopción por su matrimonio con Enrique Moreno (con quien comparte actividad laboral). Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Granada, tras trabajar durante años en diversas empresas en puestos de alta responsabilidad como diseñadora web y gráfica, inicia su propio proyecto en 2009 consolidándose con la creación del Estudio de Diseño “ICStudio / Isabel Cabello Studio S.L.L.”. Desde julio de 2012, es la Presidenta de la “Asociación de Profesionales de las Artes Visuales de Úbeda y Baeza”, surgida para defender y luchar por los intereses de las empresas de base creativa. Simultáneamente desarrolla obra y participa en exposiciones de pintura y actividades creativas.

Carmen de la Cruz Albacete “dlacruzcarmen” (1967) se forma en la Escuela de Artes “Casa de las Torres” de Úbeda en la especialidad de Cerámica y Ebanistería, para posteriormente estudiar el Grado Superior de Artes Aplicadas de Escultura en la Escuela “Gaspar Becerra” de Baeza. Fue socia-trabajadora de la empresa de artesanía “Productos manufacturados Cartón-Art”, especializada en la creación de piezas y esculturas de cartón piedra. Su obra pictórica se puede incluir dentro de la tendencia del figurativismo abstracto, pero con una importante carga de la tradición clásica (apareciendo recuerdos de la obra de Modigliani, Tarsila do Amaral o incluso Miguel Ángel) y muy especialmente de las vanguardias históricas del siglo XX, especialmente del Cubismo y del Surrealismo.


Josefa Salas Vilar (1976) realiza el Bachillerato Artístico en la Escuela de Arte de Úbeda (donde también se diplomaría como Técnico de Grabado y Estampación), licenciándose más tarde en Bellas Artes en la Universidad de Granada. Su producción está muy marcada por la sinestesia (la percepción de las sensaciones con diferentes sentidos): lo que para algunas personas puede ser considerado una atrofia, para Josefa es una fuente de creación artística, una inspiración. Su temática es siempre personal, relacionada con la visión del ser humano tanto externa como interna (los recuerdos, la psicología, la percepción de los paisajes u otras personas, del entorno y de la sociedad), elementos que son plasmados en su obra mediante una gama cromática muy diversa y llena de simbolismo. Actualmente reside en Hannover (Alemania), donde sigue su formación académica y prepara su tesis doctoral.

Hanna Quevedo (1980) es hija del pintor Álvaro Quevedo, siendo una fotógrafa ‘freelance’ que comenzó su carrera en el año 2000, tras abandonar sus estudios en Filología Hispánica y estudiar Publicidad y Relaciones Públicas (carrera que finalizaría en México). Posteriormente marcha a Colorado (EE.UU.), asentándose definitivamente en San Francisco en 2007, ciudad donde reside en la actualidad dedicándose al fotoperiodismo, labor que compagina con la fotografía artística.


Como ven, tan sólo una serie de nombres ubetenses dentro de un gran ramillete de mujeres artistas… ¡y hay muchas más!

Artistas ubetenses de vanguardia

 En el mes de febrero se celebra la Feria Internacional de Arte Contemporáneo en Madrid (ARCO) y durante una semana nos invadirán noticias diarias sobre artistas contemporáneos, muchos de los cuales nos sorprenderán y harán cuestionarnos sobré qué es arte y qué no es arte.
Son muchos los artistas que han pasado por Úbeda y han dejado su huella aquí. Y también son muchos los artistas que nacen en nuestra ciudad, que comienzan aquí a formarse para posteriormente buscar nuevos horizontes donde desarrollarse artísticamente. Sin embargo, y como frecuentemente ocurre, nadie es profeta en su tierra.
En los últimos años han surgido nuevos artistas ubetenses cuya obra, por desgracia, no ha recibido todo el reconocimiento que su obra merece en nuestra ciudad. Sin embargo, son artistas que triunfan y que tienen gran reconocimiento a nivel nacional e incluso internacional.
Es muy larga la pléyade de artistas ubetenses si bien, por motivos de espacio, tan sólo me detendré en algunos de los más jóvenes y que ya han sido señalados por la crítica artística. Entre otros, hablaré de Enrique Campayo, Juan Jesús Dueñas, Cristina Lucas y Juan Antonio Soria.

Enrique Campayo Olea (1982) es Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Granada, complementando su formación con un Máster en Producción Artística en la Universidad Politécnica de Valencia. Igualmente realiza talleres con Chantal Maillard, Mira Bernabéu, Javier Pérez, Mateo Maté y Santiago Ydañez.
Su obra se centra en la pintura, y en los últimos años se ha vinculado al campo del video-arte, desarrollado en colectivo (Meridiano 0). Ha expuesto en numerosas exposiciones individuales y colectivas en nuestro país, así como en el extranjero (Francia, Estonia…), obteniendo varios premios.
Del mismo modo, su obra forma parte de varias Colecciones de Arte Contemporáneo, entre las que se encuentran la Universidad de Granada, la Fundación Unicaja, la Fundación Francisco Carvajal, la Colección Fivad, el Ayuntamiento de Granada y la Fundación Caja Rural Jaén.


Juan Jesús Dueñas Ruiz (1979) es hijo del pintor Pepe Dueñas, formándose como Técnico Superior de Grabado y Técnicas de Estampación en la Escuela de Artes y Oficios de Granada, para posteriormente licenciarse en Bellas Artes en la Universidad de dicha ciudad. En 2007 obtiene la Beca “C.A.L.V.I.N.O” del Proyecto de la Comisión Europea, realizado en el taller de Grabado de la Academia de Humanidades y Economía de Lodz (Polonia). Actualmente reside en Granada, trabajando en su propio taller de grabado: Obra gráfica “Estampa Original”.
Su producción se mueve entre la abstracción y el figurativismo. Especialmente relevante es su producción como grabador, en la que emplea diversas técnicas: aguafuerte y aguatinta, collagraph, utilizando productos atóxicos, litografías experimentales sobre planchas de poliéster, etc. Recientemente ha obtenido el Premio en el Certamen de Arte Gráfico para Jóvenes Creadores de Calcografía Nacional, con la obra “Storm II”, que se suma a una larga lista de premios y accésits. 
También ha desempeñado su labor en el campo de la pintura (acuarela, temple, óleo...), y ha realizado labores de restauración. Excepcionalmente ha trabajado en el ámbito de la escultura.
Ha expuesto en numerosas ocasiones, tanto en nuestro país como en el extranjero (Italia, Lituania, Polonia…) y su obra se encuentra en diversas colecciones públicas y privadas (entre las cuales cabría citar la Colección de Arte de la Caja Rural de Granada, Colección de Arte Contemporáneo de la Universidad de Granada, así como en los Ayuntamientos de Granada y Úbeda).


Cristina Lucas (1973) estudió Química e Historia antes de descubrir su verdadera vocación, licenciándose en Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid (ciudad donde reside, si bien también ha pasado estancias en París y Ámsterdam).
En sus inicios se centró en el arte de acción, con happenings y performances, pero enseguida abandona este medio y comienza a utilizar el video, la fotografía y el dibujo como sus medios de expresión. En el espacio “Iniciarte”, mostró varios videos uno de ellos aparecía ella misma destruyendo con un mazo el Moisés de Miguel Ángel, con un contenido estético y también simbólico
En sus obras realiza una investigación del poder desde el punto de vista cultural y de género. Realiza una crítica del ser humano desde la consideración de que es la cumbre de la evolución y en cuanto a su intento de dominar la naturaleza. Para Cristina lo principal de la obra no es la técnica, sino el concepto, la reflexión. El humor también aparece en muchas de sus obras.
Las obras de Cristina Lucas en este sentido parten desde una reflexión profunda y del conocimiento histórico, no sólo artístico. Además incluye un fuerte sentido pedagógico, que no moralista, por ello parte de la historia y de los hechos probados. Toma además conceptos culturalmente asumidos para someterlos a revisión. Una de sus obras más conocidas es la escultura “Alicia”, donada al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Cartuja de Sevilla). 


Juan Antonio Soria Rodríguez (1985) comienza sus estudios artísticos en la Universidad de Sevilla, finalizando en la Universidad Politécnica de Valencia. Sigue sus estudios en esta misma universidad con el Máster Oficial en Producción Artística. En 2009 obtiene una beca para formar parte de la VIII Promoción de la Fundación Gala de Jóvenes Creadores; además, también le conceden el premio “Iniciativa” de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía para jóvenes artistas andaluces. Actualmente reside en Gante (Bélgica).
Ha expuesto en numerosas ocasiones, obteniendo varios premios. Su obra se enmarca en la vanguardia más acusada, siendo principalmente un pintor de obras de gran formato, de primerísimos planos de rostros y con un uso muy personal del color. La figura es su principal objeto de representación junto al paisaje, los cuales plasma con gran realismo, aunque los colores los emplea de forma expresiva y simbólica, a través de una pincelada muy marcada. 


La cárcel

            La primitiva cárcel de Úbeda se encontraba en la calle Obispo Toral, haciendo esquina con la calle Roque Rojas, siendo trasladada en 1783 al antiguo Pósito en la Plaza Vázquez de Molina. Tras el traslado de la cárcel al pósito, la actual calle Juan Ruiz González (primitivamente conocida como Calle de las Armas) sería conocida popularmente como Calle de la Cárcel, dado que ella desembocaba directamente en la nueva prisión (perdurando este sobrenombre en la actualidad).
El Pósito, construido hacia 1558 y carente de monumentalidad, habría condicionado el urbanismo de la Plaza Vázquez de Molina, transformando la proyectada plaza abierta en un espacio quebrado en forma de L, como así lo han demostrado las últimas investigaciones. Con la instalación de las dependencias carcelarias, se procedería a remodelar la antigua fábrica.
Así, en la actualidad nos encontramos con un edificio de dos plantas más buhardilla, en donde se abren ventanas adinteladas enmarcadas con molduras. Sobre la portada principal se dispone un balcón, así como el escudo real con una cartela ovalada con el siguiente texto: “SE YZO ESTA OBRA REINANDO EL S. D. CARLOS III QUE DIOS G. SIENDO CORREGIDOR JOSE RONJER”; a ambos lados aparecen dos pequeñas cartelas rectangulares donde leemos: “AÑO / DE 1783.
La portada lateral se trata de un ancho dintel decorado con discos y formas geométricas, con la cruz trinitaria en la clave, y jarrones en los extremos. Sobre ésta se dispone un sencillo balcón rematado con frontón recto partido, en donde se localiza un jarrón con la inscripción: “AÑO DE 1771”. Sin embargo, esta portada no sería originaría del pósito sino que procede de otro inmueble, a tenor de las antiguas imágenes que tenemos del edificio.


Durante mucho tiempo compartirían espacio los granos del trigo con los presos, tanto que se hace necesaria la construcción de un nuevo edificio que sustituyera al antiguo. A pesar de las peticiones de los regidores, éstas serían en vano.
La Real Orden de 4 de julio de 1836 obligaba a que las cárceles tuvieran toda la dignidad necesaria para evitar que los presos se fugasen, teniendo sus aposentos la ventilación y salubridad necesaria. Por tal motivo, se plantea reutilizar el antiguo Convento de San Juan de Dios como cárcel, proyecto que no llega a hacerse realidad. Dos años después se plantear habilitar el desamortizado Convento de la Coronada y ubicar allí una cárcel que sustituyera a la preexistente, carente de seguridad; sin embargo, finalmente este proyecto tampoco se llevará a cabo.
Siguiendo los deseos del Gobierno de mejorar las cárceles del país, «proporcionando departamentos para hombres y mugeres separadamente, detenidos reos de altos crímenes, y otros que no argullen la perversidad del corazon, la salubridad de todas las estancias hasta de los calabozos», en febrero de 1847, y ante lo costoso de levantar un nuevo edificio, el cabildo municipal plantea trasladar las oficinas carcelarias al antiguo Convento de San Andrés. Cedido el antiguo convento dominico por la reina Isabel para la construcción del nuevo pósito y alhóndiga, las obras se iniciarían en 1848 -no estando exentas de problemas-.
 El mal estado de la cárcel en 1856 obliga a buscar un terreno idóneo para construir un nuevo inmueble, elaborándose el plano y presupuesto correspondiente por parte de los arquitectos Manuel Padilla y Manuel Mostaza. Un año más tarde, el Ayuntamiento recibe la autorización por parte del Gobernador Civil de la Provincia para adquirir la ruinosa casa de Francisco de los Cobos para habitarla y destinarla a cárcel del partido (proyecto que tampoco sale adelante).  
En 1882 se vuelve a insistir en la construcción de un nuevo edificio o reformar la cárcel existente, especialmente en el caso de que se consiguiera la instalación en la ciudad de un tribunal de partido.
Tras muchas penalidades y numerosas intervenciones en el primitivo edificio, finalmente Úbeda contaría con la financiación para construir la nueva Cárcel Modelo del Partido, en donde serían fundamentales las gestiones llevadas a cabo por el ilustre D. Leopoldo Saro Marín. Las obras fueron realizadas bajo la dirección del maestro de obras Juan Moreno Rus, iniciándose el 21 de junio de 1927 e inaugurándose al año siguiente. El presidio se edificaría en una zona de nueva expansión de la ciudad, en la Avenida de la Libertad.
El antiguo edificio del Pósito, una vez trasladadas las oficinas de la cárcel a su nueva sede, se plantea cederlo al Patronato Nacional del Turismo con el fin de instalar en él una hospedería. Sin embargo, finalmente se acuerda convertirlo en la sede de la Zona y Caja de Reclutas. A partir de esta época se producirían algunas mejoras en el histórico inmueble, como serían las rejas que encontramos en las ventanas y balcones, realizadas por Antonio Castillo o la incorporación de la portada lateral (de la que ya hicimos referencia). En la actualidad funciona como sede de la Policía Nacional.
A pesar de haber sufrido muchos años con el tiempo, la Cárcel Modelo de Partido se nos muestra como una gran nave precedida por un tramo horizontal (creando una planta en T) que se complementa con dos pabellones laterales separados por patios; todo el espacio se delimita con un muro, creando un espacio rectangular. Sin duda, lo más interesante es la fachada de estilo neomudéjar, combinando el ladrillo con piedra enfoscada, y disponiéndose elevada sobre un basamento de piedra. La fachada se compone mediante tres pabellones, unidos mediante corredores compuestos con tres arcos carpaneles. El pabellón central -ligeramente retraído por la presencia de una escalinata de doble tiro- muestra un arco de medio punto con una moldura irregular, rematado con un pequeño ático de ladrillo con aletones; por su parte los pabellones laterales se adelantan hasta la altura de la escalinata, apareciendo ornamentados con vanos adintelados decorados con molduras de orejas realizadas en ladrillo, siendo tipo de ventana que se continúa en los laterales. Todo el edificio está unificado mediante un pequeño entablamento de ladrillo -a la altura de la imposta de los arcos carpaneles- y por la cornisa volada. Todos los vanos aparecen cerrados con verjas de hierro.
Tras funcionar durante muchos años como parque de bomberos y almacén del servicio municipal de obras y mantenimiento, en la actualidad se encuentra sin uso y en pésimo estado de conservación. Sin duda, se trata de un edificio totalmente desaprovechado y que urge su recuperación y puesta en valor (pudiendo funcionar como centro social o cultural de la zona norte de la ciudad).



Los cuarteles de la Guardia Civil

La Guardia Civil se crea por Real Decreto de 28 de marzo de 1844. Este mismo año llegan noticias a Úbeda a través de la jefatura política, pues se ordena colocar edictos dando normas sobre el ingreso en el benemérito instituto, siendo condición previa el haber sido cabo o soldado licenciado del Ejército de la Nación.
Al año escaso de su creación, la Guardia Civil ya se había establecido en Úbeda, acordándose instalar sus oficinas en el antiguo Convento de la Trinidad (que ya por entonces funcionaba como sede de la Junta de Beneficencia y escuela primaria de educación -regentada por D. Diego Cayetano Concha-).
 Durante muchos años se mantuvo el acuartelamiento de la Guardia Civil en este lugar hasta que, por causas desconocidas, se decide el traslado del mismo; así, en 1878, pasaría a una nueva casa en la calle Jurado Gómez, propiedad de Ildefonso Gordillo, y alquilada por el Ayuntamiento. Se inicia así un peregrinaje de la institución por varias sedes en la ciudad: en 1879 se encuentra en una casa de la Plaza de San Pedro, esquina con la calle Postigo (propiedad de Francisco Murciano Manrique) y una década más tarde el cuartel se localizaría en el nº 2 de la calle Beltrán de la Cueva (propiedad de Francisco Sánchez Salazar); todo parece indicar que en 1910 se produciría un nuevo traslado. El motivo de estos numerosos traslados puede hallarse en los frecuentes impagos llevados a cabo por parte del Ayuntamiento, como consecuencia de la carencia de su correspondiente consignación económica.
En 1918 el cuartelillo radicaba en una casa alquilada a Francisco Albandoz en la calle Santo Domingo -de ahí que fuera conocido como “Cuartel de Santo Domingo"-, por el que el municipio pagaba 281'50 pesetas al mes. 


Las escasas condiciones de higiene y habitabilidad del inmueble obligarían al Ayuntamiento a buscar un nuevo cuartel. Así, a partir de 1926, el Ayuntamiento gestiona la adquisición del palacio del Conde de Gavia en la Plaza de Santa Clara, propiedad de Buenaventura Lara Navarrete (el conocido como “Cuartel de Santa Clara”). A pesar de que hacia 1942 se proyecta crear una nueva casa-cuartel, finalmente se mantuvo en este lugar mientras la Guardia Civil permaneció en Úbeda, abandonándose en 1995 y entrando el inmueble en ruina (siendo demolido parcialmente en 2006 por parte de la Junta de Andalucía con el fin de destinarlo a viviendas sociales; idéntico destino sufrió el antiguo Cuartel de Santo Domingo, que aún se conserva totalmente apuntalado y vacío en su interior).
A colación de esto, denunciar la actual degradación que sufre la Plaza de Santa Clara, ubicada en pleno casco histórico de la ciudad, con el edificio ruinoso, pavimento degradado, ocupado de coches y vegetación (parcialmente eliminada recientemente), etc.



El Depósito de Potros para la Caballería de Línea se instalaría en la cercana villa de Jódar por Real Orden de 22 de agosto de 1828, quedando al mando de Roque Gálvez, Comandante del Regimiento del Príncipe. Sin embargo, debido a la insuficiencia de locales para acuartelar las tropas y el ganado, la deficiencia del correo, la carencia de casas para los jefes así como la escasez de artículos de primera necesidad, se hace necesario el traslado del Depósito a Úbeda en 1833, localizándose desde 1840 en el Convento de San Andrés.
Ante las estrecheces del alojamiento ubetense, el Brigadier Miguel García, Jefe del Escuadrón de la Remonta de Úbeda, solicita en abril de 1853 la venta a censo del solar de la Coronada para edificar en él un cuartel de caballería; a pesar de que la ciudad acuerda dicha cesión, finalmente el proyecto no llega a cristalizar. Fracasado este intento, el Gobierno ordena el traslado de la Remonta a Baeza el 14 de agosto de 1855; de nada servirían las reclamaciones del Cabildo.
El 3 de abril de 1873 se habla del retorno de la Remonta a Úbeda, haciéndose efectivo dos años más tarde. Instalados en sus primitivas instalaciones en el antiguo Cuartel de San Andrés, a partir de 1882 se procede a realizar una serie de arreglos en el inmueble. Un año más tarde pasarían al Palacio de las Cadenas, en donde habilitarían una casa contigua por la parte de la calle Torno de Monjas a modo de pabellón. Sin embargo todo parece indicar que, ante la escasez de espacio, los Batallones de la Remonta ocuparían nuevos espacios en la ciudad; de hecho, en septiembre de 1884 se habla de una serie de arreglos en la casa cuartel del Ayuntamiento Viejo.
 Establecida de nuevo la Remonta en el antiguo Convento de San Andrés, en la primera década del siglo XX son constantes los memoriales por parte del coronel informando sobre la ruina del edificio, solicitando que se remitan a los peritos municipales para que procedan a su arreglo. Ante el mal estado generalizado, en julio de 1912 se nos informa del buen éxito de las gestiones realizadas en las altas esferas del Estado para trasladar el Establecimiento de la Remonta a un nuevo edificio, agradeciendo al vecino Diego Díaz Díaz la cesión de terrenos para tal fin. Precisamente, en octubre de este año se plantea la creación de unas escuelas militares dependientes del Estado, solicitándose para ello un local adecuado a tal fin. El Ayuntamiento acuerda «ofrecer con el objeto referido el Salón del piso 2º de estas Casas Consitoriales con vistas á la Plaza de Vazquez de Molina para local de Escuelas; el Paseo de la Fuente del León, extramuros de esta población para campo de instrucción, y los llamados “Laderos de San Antonio” de este termino para campo de tiro, por ser el que mejores condiciones reune y en donde verifica los ejercicios de tiro al blanco la fuerza de la Guardia Civil de esta Linea».
Sin embargo, aún habrían de pasar algunos años para el traslado de la Remonta. A pesar de que en 1920 se plantea ubicarla en el Convento de la Trinidad, al año siguiente se nos informa que el Ayuntamiento ha adquirido unos terrenos en el Ejido de San Marcos para construir el cuartel. Un año más tarde se acuerda la cesión gratuita por parte del Ayuntamiento al Ramo de Guerra de los terrenos y del edificio en construcción, tras haber adquirido dichas parcelas por suscripción popular a Luis Anguís Díaz y María Guerra Fernández Piñera.
Comenzadas las obras, pronto hubieron de suspenderse por falta de recursos económicos por lo que de nuevo peligra la permanencia en Úbeda de la Remonta. Gracias a los buenos oficios del General Leopoldo Saro, se logran culminar a las obras, inaugurándose el 12 de mayo de 1930. El nuevo cuartel sería una construcción en estilo historicista, realizado en ladrillo y piedra, de planta rectangular, delimitándose mediante grandes pabellones independientes para acoger las diversas instituciones, y generando un amplio espacio abierto central.


Sin embargo, en mayo de 1936 peligra de nuevo la permanencia de la Remonta en Úbeda, pues consta la recogida de firmas pidiendo al Gobierno de la República la continuación de esta fuerza, evitando su traslado a la ciudad de Écija. A pesar de que el Ministro asegura la continuidad de este destacamento militar en Úbeda, la institución finalmente abandona la ciudad.

El cuartel estaría varios años desocupado, hasta que el 25 de junio de 1945 se asienta en él la 3ª Academia Regional de la Guardia Civil -más tarde denominada Academia de Guardias de la Guardia Civil-, que permanecería aquí hasta su traslado a Baeza en 1995, durante el mandato del alcalde Juan José Pérez Padilla. Desde ese momento, han sido constantes los intentos del regreso de la Guardia Civil a Úbeda, sin que ésta se haya llevado (a cabo a pesar de los diferentes anuncios partidistas llevados a cabo por los políticos de nuestra ciudad).   

El cementerio de San Ginés


"Recuerda que polvo eres y en polvo te has de convertir"
Desde que venimos a este mundo, una de las verdades inquebrantables es que todos estamos destinados a morir. Y que para morir tan sólo hace falta estar vivo…
La última morada es una de las preocupaciones que ha acompañado al hombre desde tiempos inmemoriales, así como el recuerdo de la memoria del fallecido (para lograr la eternidad del mismo). Prueba de ello serían los primitivos enterramientos megalíticos de la Prehistoria (menhires, dólmenes, cromlechs…), las monumentales tumbas de la civilización egipcia (mastabas, pirámides e hipogeos), o los enterramientos del mundo grecorromano (como la tumba del rey Mausolo de Halicarnaso -de donde deriva el término “mausoleo”- o de los grandes emperadores romanos).
Durante la Edad Media y la Edad Moderna se mantuvo vivo este deseo de buscar un digno lugar para el descanso eterno, buscándose además la salvaguarda del alma gracias a la disposición de la tumba en un sitio sagrado. Ya en la basílica paleocristiana de San Pedro Vaticano, junto al sepulcro del apóstol, surgieron gran cantidad de tumbas al amparo de la protección del primer Papa de la Cristiandad. Del mismo modo, las iglesias parroquiales y monasterios de toda Europa acogieron los restos mortales de sus feligreses, algunos enterrados de forma humilde bajo las losas de la nave, y otros de modo más suntuoso en capillas funerarias construidas en el perímetro de la iglesia (o de forma exenta y monumental como la Sacra Capilla del Salvador del Mundo, última morada de Francisco de los Cobos y su esposa María de Mendoza).
El enterrarse en la iglesia parroquial (o en un terreno anexo a ella) era lo frecuente hasta bien avanzado el siglo XIX. Sin embargo, el espíritu de la Ilustración va a imponer nuevos cambios en la cultura occidental -abogando a razones higiénicas-, que darán como consecuencia la creación de cementerios civiles y públicos con los que se intentaba evitar las epidemias que asolaban las ciudades. Sería Carlos III, con una Real Cédula firmada en 3 de abril de 1787, la que imponga la aplicación de esta norma en España (si bien su imposición fue lenta, debido a la oposición popular y a las reticencias eclesiásticas).



El primer intento de llevar a cabo la construcción de un cementerio en Úbeda fue en noviembre de 1813, cuando se plantea disponerlo a espaldas de la Ermita del Pilar (o del Paje), un sitio alejado con el fin de “precaverse de los olores pestíferos que producen los cadáveres”. Un año más tarde se declina dicho paraje optándose por aprovechar la ermita del Santo Cristo de la Vera-Cruz, “en atención a hallarse arruinada sin uso ni culto”. Sin embargo, a los pocos días la Junta de Sanidad fija el establecimiento de un cementerio provisional en uno de los corrales del antiguo Convento de San Antonio, a las fueras de la ciudad, en el camino de Baeza.
Debido a su carácter provisional y escasez de espacio, el Ayuntamiento seguirá solicitando en los años siguientes la construcción de un camposanto definitivo. De hecho, la necesidad de espacio hace que desde 1826 se empleen la clausurada iglesia de San Juan Evangelista y el huerto del Convento de la Merced como improvisados lugares de enterramiento. Curiosamente, por estos años el síndico del pueblo solicita se vuelvan a enterrar a los difuntos en las diferentes iglesias parroquiales de la ciudad, tal y como se hacía tradicionalmente. 
 Ante esta caótica situación, se hace imperiosa la necesidad de construir un camposanto definitivo, motivo por el cual la Junta de Sanidad instruye expediente para llevarlo a cabo. Finalmente el 1 de julio de 1837 se decide la ubicación del cementerio cerca de la Ermita de San Ginés, aprovechando el terreno cedido por doña Catalina Mata. Las obras serían llevadas a cabo por el alarife Pedro Serrano, empleando la ermita de San Ginés como capilla, y reutilizando los materiales de la ermita de la Vera Cruz para su construcción.



 La solemne bendición del cementerio se realiza el 17 de diciembre de 1837. Sin embargo, a los pocos años de ser inaugurado, el estado del cementerio era de total abandono, por la ausencia de un casero y la poca asignación del capellán, llegando incluso a plantearse la creación de otro cementerio nuevo ante la falta de espacio para enterramientos. Finalmente se opta por realizar una profunda reestructuración en el camposanto, construyendo nuevos cubículos así como el cuarto del casero; las obras de esta ampliación concluirían en 1852, varios años más de lo previsto.
Son constantes las referencias al cementerio desde esa época hasta la actualidad, en las que se alude a la necesidad de realizar ampliaciones y reparaciones. Así, en 1870 se plantea la necesidad del ensanche del patio viejo del cementerio; en 1877, el gremio de albañiles solicita un terreno en el Patio Viejo para construir un local apropiado para depositar los cadáveres de dicha cofradía; en 1890, la Corporación de Cristianos Evangélicos solicita la construcción de un cementerio civil para que sean depositados sus restos y la de sus familiares; en 1918 se acuerda la reforma del nuevo patio del cementerio, para lo cual se procedería a demoler la fachada y las galerías del patio del antiguo Hospital de Ancianos del Salvador (de ahí su incompleto estado actual), etc.
 El Cementerio de San Ginés presenta un primer patio, el conocido como Patio Nuevo o de Santa Teresa, precedido por una fachada principal de piedra. La portada central es un arco de medio punto entre pilastras toscanas sobre plintos, flanqueada por vanos adintelados con cancelas de hierro e igualmente complementados con pilastras. Sobre el arco de acceso encontramos la fecha de finalización del cementerio: 1852. El conjunto se remata con un entablamento con pináculos manieristas y un remate neobarroco sobre la puerta, formado por roleos enfrentados y coronado con una cruz.  



El recinto interior del Patio Nuevo tiene tres partes bien definidas: un patio central, dedicado a enterramientos de suelo; la ermita de San Ginés, dispuesta al fondo y alineada con la entrada; y una serie de nichos alrededor del muro de cerramiento. En los laterales encontramos una bella arquería, conformada por sólidos pilares de piedra sobre los que se voltean arcos rebajados. Todo el patio está ocupado por tumbas, a excepción de una calle central que comunica la entrada y la ermita.
Algunas de las tumbas llegan incluso a disponerse bajo las galerías laterales (lo que evidencia la gran mortandad decimonónica y la carencia de espacio para enterramiento). Como norma general, las tumbas presentan una lápida rectangular sobre el suelo, enmarcada por una baranda de hierro, y en ocasiones adornada con alguna cruz o escultura alegórica en piedra. Además encontramos una tipología más monumental, que es el panteón familiar, con una mayor profusión decorativa y arquitectónica, predominando el estilo ecléctico: clasicista, barroquizante, neogótico, etc. Son muchas las solicitudes de terreno para edificar mausoleos, destacando construcciones como las de la familia Biedma Campos, de la familia Saro, de la familia Fernández de Liencres, de la familia Díaz Rico, de Juan Rubio Navarrete, de Luis Redondo Baena, de José Gallego Díaz, de Andrés Llobregat, de Fernando Barrios, de Ignacio Sabater, Salvador Gassó Dalt, Rosa Izpizúa Ortega, las Religiosas Carmelitas, y un muy largo etcétera.



En la parte trasera de la ermita se abre el Patio Viejo o de San Miguel, un espacio totalmente anárquico en donde las tumbas aparecen a distinta altura, sin corredores de comunicación, y predomina la lápida sobre el mausoleo. Muy reformado este lugar, aún se dispone el enterramiento de la Sociedad de Albañiles (reconstruido en 1975) así como nuevos pabellones para alojar nichos en la parte baja, y un terreno yermo donde se enterraban a los suicidas (en donde se localiza un muro decorado con calaveras). En 1957 se ampliaría el cementerio adquiriendo terrenos a la izquierda de la antigua casa del conserje, quedando habilitado el nuevo patio (conocido como de San Juan de la Cruz). Y en 1980 se construirían la nueva vivienda del conserje, una nueva capilla en la parte delantera del cementerio, así como aparcamientos para vehículos.



Aunque pueda parecer macabro (del árabe “maqbarah”: cementerio), desde 1987 existe la “Ruta de los Cementerios” impulsada por la Asociación Europea de Cementerios Singulares, integrada por muchos cementerios históricos visitables en Europa, con su propia información turística e información de los difuntos ilustres que están enterrados. Es lo que se conoce como tanatoturismo (de “thanatos”, muerte en griego). Dentro de esta asociación se encuentran el Cementerio Judío de Praga, el Cementerio de Montmartre en París, el Cementerio Central de Viena, o el Cementerio de Córdoba, el Cementerio Inglés de Málaga, el de San José de Madrid y el de la Almudena de Madrid (por citar algunos casos españoles). 
Aparte de considerar al cementerio como lugar de descanso de nuestros difuntos, no debemos olvidar que los cementerios son uno de los espacios de mayor tranquilidad y belleza de nuestras municipios, en donde se acumulan siglos de arte patente en sus bellos mausoleos y tumbas. En la actualidad, es el Cementerio de San Eufrasio de Jaén quien intenta incorporarse a esta entidad, con el fin de detener su imparable ruina y mal estado de conservación. El cementerio de Úbeda es uno de los más antiguos de la provincia de Jaén (y de España) y se podría promover su inclusión en esta asociación, lo cual favorecería su conservación.
Para concluir con una expresión del poeta Virgilio, les deseo que disfruten de la vida, ya que el cementerio puede esperar: “Carpe diem, tempus fugit” (“disfruta el día, el tiempo se escapa”).